dimecres, 24 d’octubre del 2007

Vida i opinions del cavaller Tristam Shandy, per Laurence Sterne

Com a mostra de contricció vital i d’esforç en la persecució de bons propòsits, m’agradaria posar a l’abast de qui li roti dels collons llegir-lo, el que es podria considerar un text clàssic: de l’autor Laurence Sterne.

Cinc cèntims de la seva vida, per tal que us situeu: nascut el 1713 a Irlanda, on va passar la infantesa. Es va ordenar com a sacerdot l’any 1737 i, després d’aconseguir una vicaria, es dedicà a una vida diuen que ociosa i despreocupada: vaja, a viure com un mossèn. Ben mirat, es deu haver d’entendre que dedicava el seu temps a llegir i escriure, ja que el 1759 es va iniciar la publicació (en fascicles) de la seva novel•la “Vida i opinions del cavaller Tristam Shandy”. Els nou volums que formen l'obra s’escalonen fins l’any 1767 i l’obra va arribar així a la seva fi: principalment perquè l’home es va morir el 1768.

Al tanto! Amb aquesta merda de post no vinc pas a fer proselitisme ni a donar lliçons: per descomptat que aquest no és el lloc indicat ni jo en Boris Izaguirre. En realitat -i vergonya m'hauria de fer- més aviat és un exercici d’exhibicionisme, gairebé una masturbació en públic: em prenc la molèstia -que no és tal- de traslladar a l’èter fugaç uns quants paràgrafs d’una obra que m’impressiona i em trasbalsa: potser per compartir aquesta emoció, potser per conservar-la per a mi més esmolada i punyent.
I també perquè considero l’acte de llegir com un dels més conscients que poden fer els humans en la seva vida: o hauria de ser-ho: te la pot canviar.

Bé, menos chàchara, prepareu-vos per al que els crítics anomenen una mostra de “literatura desconcertant”. “Vida y opiniones de Tristam Shandy, caballero”; Laurence Sterne. Traducción del inglés por Ana María Aznar. Editorial Planeta, 1976. 483 páginas.Capítulo II, Volumen III, página 134.

-¡Qué ejércitos tan prodigiosos teníais en Flandes!- Hermano Toby, replicó mi padre, alzándose la peluca que cubría su cabeza con la mano derecha y sacando con la izquierda un pañuelo rayado de la India del bolsillo derecho de su levita, para enjugarse la frente, al tiempo que trataba de la cuestión con mi tío Toby.-
-Y en este punto creo que mi padre no actuó como es debido; me explicaré.
Cuestiones que aparentemente no revestían mayor importancia que la de "Si mi padre se quitó la peluca con la mano derecha o con la izquierda", -han dividido a los más grandes reinos y hecho tambalearse las coronas sobre las testas de los monarcas que los gobernaban, -Pero, a qué recordaros, caballeros, que las circunstancias que rodean cada cosa de este mundo la conforman y la modelan; -y al atenazarla de este modo o dejarla del otro, hacen que la cosa resulte, ya sea grande-pequeña-buena-mala-, indiferente o no indiferente, dependiendo de cada caso.
Comoquiera que el pañuelo de la India de mi padre se encontrara en el bolsillo derecho de su levita, no debió consentir en modo alguno que su mano derecha se hallara ocupada: antes bien, en lugar de quitarse la peluca con ella, como hizo, debió haber encomendado esa tarea a la izquierda; y entonces, cuando la natural exigencia de enjugarse la cabeza le reclamase el pañuelo a mi padre, no tendría éste otra cosa que hacer sino meterse la mano derecha en el bolsillo y extraerlo; -cosa que habría podido llevar a cabo sin ninguna violencia, o al menos sin que ninguno de los tendones o músculos de su cuerpo realizara un desgraciado escorzo.
En ese caso (a no ser, claro está, que mi padre hubiera resuelto hacer una bufonada como estirar el brazo izquierdo al quitarse la peluca –o formar un ángulo extraño en el codo a la axila) –su ademán hubiera resultado suave –natural- sencillo: el propio Reynolds, que pinta con tanta delicadeza y tanta solemnidad, le podía haber retratado en esa postura.
En las postrimerías del reinado de Ana y principios del reinado de Jorge I, - "Los bolsillos de la levita se cortaban muy bajos, en los faldones". –No necesito añadir nada más- el más travieso de los duendes podía haber pasado un mes entero cavilando y no hubiera hallado postura más desafortunada para la situación de mi padre.